So pena de abandonar la mínima coherencia de esta serie de dicterios contra el Universo, nos vemos en la obligación de palmearle el hombro al Cosmos y soltarle un sentido "gracias, varón".
Porque, señores, necesitados de un poco de
pasividad en nuestra relación con la violencia
(a saber: por un ratito siquiera, dejar de ser
primum movens —o, aunque sea, engranajes— en el relojito del dolor)
empezamos, acertadamente, a buscar cosas de
Priit Pärn.
Y las encontramos.
Empero, y
acá es donde se manifiesta el "gracias, varón" susodicho, junto a Priit Pärn nos topamos con
Adam Elliot, de quien ya habíamos oído hablar (tarde piamos) y que aportó religiosamente su cuota de oscuridad.
Ya un poco más tranquilos,
a punto de agarrarnos a piñas con la pared, vimos algo más y recordamos una sentencia que, gracias a Dios, no se nos termina de marcar en la piel:
Si alguien, por X causa, tiene que tomar la pelota metafórica y mandarla redondamente a la tribuna, ése es alguien será indefectiblemente japonés.En este caso,
Tatsuo Sato, con su
Cat Soup, basado en los dibujos de
Nekojiru, suicidada. Delirante y violentamente hermoso.
Por supuesto, las imágenes no son más que capturas arbitrarias. Por supuesto, no termino de aprender a configurar esa leyendita que surge, amistosa, cuando el puntero pasa por sobre las imágenes. Por ese motivo, me veo obligado a redactar arduamente para anoticiarlos de que la primera es de
Karl ja Marylin (Priit Pärn, 2003), la segunda es de
Cousin (Adam Elliot, 1998) y la tercera es de
Cat Soup (
Nekojiru-so)
(Tatsuo Sato, 2001).
Ahora sí. A dormir.