domingo, diciembre 17, 2006

Variaciones Goya

¿Y la vigilia?

martes, diciembre 05, 2006

Bile, vile Bill

¿Cómo me metieron estas astillas en las uñas?
¿Quién me puso en las encías estos huevos de mosca?

¿Egoísmo? ¿Está mal o está bien que moleste, la situación? ¿Está muy mal o está pésimo sentir tamañas ganas de que desaparezcas del tiempo?

lunes, diciembre 04, 2006

Trágico doblete

Sabido es que uno de los momentos en los que la fruta se siente realmente vana son aquellos en los que el Universo, rector y severo, la enfrenta con la ya conocida (pero nunca soportable) falta de honor y, sobre todo, de coraje. Los registros indican que la instancia anterior había sido la del ámbito académico, aquella...

La última, quizá, se sentiría más cómoda en otros blogs, más dedicados a los relatos y a las ridiculeces de la rutina. Así y todo, la desazón es mucha.

Existe en Buenos Aires un taxista que se hace llamar "Tanito". Empieza señalando a una chica de la calle, con panza de varios meses y un crío terminado en la mano, delatando, quizá, cierto grado de conciencia social. Uno empieza a planear un discurso centrado en los problemas de la educación y, quizás, en los de todo el sistema. Pero Tanito no tarda más que una cuadra, carajo, en delatar un odio casi blanco hacia todo el género humano, enfocado con bastante destreza en las mujeres.

Es imposible recordar textualmente lo que dijo, pero: "un amplio... un amplio aspectro (sic) de los gateríos de la zona". Un relato nauseoso sobre la dueña de un boliche que aceptó subirse al taxi y que después se negó...

Algo parecido al miedo. ¿Cómo bajarse del taxi? ¿Cómo decirle que duele escucharlo?

Los ojos subrayados varias veces con cansancio, sufrimiento o las dos cosas; la voz húmeda por los cigarrillos (el orgullo de los tres atados diarios, desde los nueve años); la historia de una esposa que vio en la puerta de un telo, el arma en la cintura (pero la recámara, piadosamente vacía), el arma en la garganta, el arma corriéndola por la calle, la noche (él, enfundado en una bata de boxeador); las máximas al hijo, que le huya a las relaciones y a las parejas, que no haga asco a gordas y a feas, que al final "la raja es lo único que importa".

Fue en ese momento, y en otros de peste similar, cuando la oportunidad de ser noble se hizo fracaso.

Aunque no hubiese habido el miedo de generar una reacción violenta, la respuesta habría sido lo mismo una retahíla de exclamaciones, gestos de sorpresa y sonrisas que, como si me salvara, no eran sinceras.

"Tendría que haberla matado".

La ironía que conforma el doblete es que, finalizado el viaje, después de otros relatos, de una infancia injusta, de fortunas ganadas con el escolazo y perdidas en un instante, y cierto concepto heroico de la amistad, no hubo más remedio que no aborrecerlo.

Ni siquiera cuando dijo que buscara un macho, porque "que te rompan el culo una vez por semana es mejor que te rompan las bolas todos los días".

La desazón es mucha.

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