viernes, junio 01, 2007

Metafloretum

Cualquiera que mire esta colección de impresiones con un mínimo nivel de atención puede colegir más o menos rápido que los culpables están más bien perdidos con la cuestión de las etiquetas o tags.

Esta ineptitud en la empresa de darle un uso útil a la prestación de marras no obedece, por cierto, a la falta de un espíritu taxonómico y generalizador en quienes escriben. La ineptitud, vamos, es hija de la vagancia.

Así y todo, de tanto en tanto se nos da por darle apellido a alguna entrada, por lo general sin tino (sin afán de tino, ya que estamos).

Otras veces pensamos que la etiqueta elegida está bien y puede serle útil a alguien. Tal es el caso de la etiqueta "Florecillas", destinada originalmente a bautizar todo lo que se llevara a las patadas con cualquiera de las otras etiquetas que teníamos en mente (y que ya descartamos, claro). Ahora, bien, descartadas muchas etiquetas útiles, las pocas que quedaban dejaban de justificarse

(pensemos, por ejemplo, en una ciudad en la que sólo algunas casas tienen número).

De cualquier modo, "Florecillas" no fue pasada a degüello, en parte porque la palabra nos seduce musicalmente y en parte, claro, como guiño al Hermano Sol y a la Hermana Luna.

Igual, insatisfechos como de costumbre, decidimos investigar a qué maravilla le debemos las dichosas Florecillas y descubrimos que con ese nombre (o floretum, si nos ponemos en exquisitos) se designaba en el medioevo a lo que compiladores y traductores rescataban como mejor de las obras en las que trabajaban.

Esta coincidencia (porque, a decir verdad, pensábamos que el término era un bello capricho que se aplicaba únicamente a ciertos episodios de la vida de San Francisco) es tan celebrada como temida, por razones obvias.