viernes, agosto 29, 2008

April March

Primera escena: él, solo y un poco más viejo, sentado a horcajadas sobre un banco de piedra gris en una plaza rodeada de edificios. Su expresión (una sombra de sonrisa, vacía de saña) deja entrever que el dolor tiene más de necesidad que de lujo.

Segunda escena: a ella, que tiene el pelo un poco más largo, le pasa a algo importante (o eso cree él).

Tercera escena: él la extraña mucho.

Cuarta escena: ella se va.

Quinta escena y escenas sucesivas, al fine: el director decide guardarse para él lo que pasa. Pantalla en negro. Ruido de lluvia.

Nota de La fruta: esto lo escribimos hace bastante (en junio, según Blogger), y pospusimos la publicación por motivos cercanos a la superstición y para ver si se nos caía una idea que viniera a cumplir la predicción que planteó H. Quain para los que lo imitaran. Si lo publicamos ahora no es porque hayamos dado con el mecanismo que buscábamos, como se ve a simple vista, sino porque nos avivamos de que, si bien somos varios, tenemos, pucha, una vida sola.