miércoles, agosto 27, 2008

Tercera trinidad sin misterio alguno

Tras casi dos meses de dedicarnos casi íntegramente a la esperanza infundada (actividad trabajosa, si las hay), no nos queda otra que volver a Lo Terrible, en alas de tres motivos:

1) La culpa, que descansa en la peregrina idea de que hay gente que, por motivos que se nos piantan, sigue entrando de vez en cuando.

2) La sospecha (que se transforma en certeza en este preciso instante) de que nuestra prosa se está anquilosando a ritmo alarmante, más allá de que nos hayamos granjeado una Lamy ("es como escribir como una nube", tendría que rezar la publicidad) que nos mandó a los empujones (con suavidad de nube, eso sí) a nuestro viejo cuaderno de tapas cuadrillé.

Esto es lo que ganamos por no prestarle atención a Tía M. (probablemente, embobados por su voz) cuando nos dijo, la última vez que la vimos, que teníamos que escribir un poco todos los días.

3) La necesidad mía, no nuestra, de desearle un unbirthday estética, poética, metafísica y caricaturísticamente ideal a L., a quien quiero tantísimo y que no se merece esta entrada, sino un blog entero.