miércoles, mayo 28, 2008

La cuerda de arena está a medio tejer

Al viento sin cara ni nos acercamos, pero hoy amonedamos el ánimo: mientras nos dábamos al placer que es ponerse una guitarra en el regazo y, despacito, renovarle los lazos de rabia, vimos con horror que en el cuello tiene una herida atroz que vale por la de la muerte, por la de la vida y por la del amor.

Condena a nuestros dedos a hacerla estallar si se pasan de impetuosos; le arranca la posibilidad de mantenerse afinada, aunque más no sea, durante un par de canciones; y la transforma en un mueble queridísimo, como tantos otros, que ya veremos dónde acomodamos.

Podríamos consolarnos con el mérito simbólico, pero llegó un poco tarde.