viernes, noviembre 30, 2007

Fruta TV

En este último tiempo, diversas madres de tipo laboral se la han pasado dando a luz a cambios en la rutina de quienes escriben, que se limita ahora, casi exclusivamente, a nuestro hogar. A fin de terminar, quién sabe hasta cuando, con la explotación de esta veta postmoderna en la confección del blog*, gracias a la cual las vidas de los autores revisten una importancia mayor que la correcta**, presentamos esta breve relación de consecuencias:

a) Pudimos, finalmente, coordinar la visita del ahora bienamado plomero, que solucionó presto el tema del calefón, que, absolutamente descompuesto, nos regaló la posibilidad de bañarnos con agua a temperatura ambiente durante todo el invierno, con todos los beneficios que tal flagélido*** implica para la templanza y para la payasesca teatralidad que venimos poniendo en práctica hace meses. Ahora que escribimos eso, se nos ocurre que es posible que la decisión de llamar al plomero haya tenido más que ver con la llegada del verano que con la mayor disponibilidad de tiempo para recibirlo.

Nota de color (rojo): el plomero de marras, en cumplimiento del deber, se rompió la crisma contra la puerta abierta del placard, la misma que suscitó tantas advertencias maternas y paternas a lo largo de la historia. (En el museo de Platón, una puerta abierta describe un ángulo que no es obtuso ni agudo ni llano; muestra una mancha de sangre en algunas y en todas las partes de su superficie; y justifica holgadamente el espacio que ocupa).

Nota de color (gris perla): ya solos, en posesión de un calefón que ni Vulcano y en infame desafío del carácter ahorrativo que pregonamos por todos lados para las interacciones con el agua, decidimos, con un poco de vergüenza, darnos un baño de inmersión. Lamentamos mucho la ausencia de fotógrafos, periodistas o testigos capaces de describir el espectáculo incalificable que regala un cuerpo como el nuestro cuando trata de meterse, a horcajadas y carcajadas, en una bañera que le queda decididamente corta. También merecería una crónica el espectáculo posterior, el de un cuerpo que logró meterse y que sigue riéndose, con las rodillas flexionadísimas y una evidente (y bien lograda, si cabe) cara de "¿Y ahora qué se hace?".

b) Retomamos la costumbre de escuchar la radio todo el día. Vamos a obviar los momentos félices que nos granjeamos como radioescuchas, porque creemos mucho más urgente lanzar una maldición sobre el sector publicitario argentino, en especial para la gente que hace la campaña de Infinit y, en torno del lema "Abrí tus ojos", vomita paradojas tan estimulantes para el intelecto como la contabilidad. Nos aterra sinceramente pensar que, en una reunión, alguien propuso genialidades como "En la guerra del petróleo, se gasta mucho petróleo" y "Un padre tiene un arma en su casa para proteger a su familia" sin ponerse colorado.

Sería injusto olvidar a los que forjaron la publicidad de un parador y se tuvieron fe para combinar anglicismos muy innecesarios, como "Italian and American food", con aberraciones del tenor de "espacios de refrescancia". Todo se hace un poco más comprensible cuando escuchamos que el parador se llama, con una creatividad que conmueve, "Arena beach".

Y no hay nada más que decir, por el momento.



* Palabra aceptada recientemente por la señora Moliner.
** La correcta es ninguna.
*** Palabra no aceptada por la señora Moliner. Por ahora.