lunes, octubre 08, 2007

Cómo voltear una pared sin hacer el más mínimo esfuerzo

"Oh, what fun it'll be, when they see me through the glass in here, and can't get at me!"
Lewis Carroll, Through the looking glass, and what Alice found there, 1. 1871

De un lado:

Cinco butacas, en el cine. En la central, un hombre joven, con barba de varios días y varios tipos de resignación en la cara, mira una película. Lo flanquean sendas parejas, jóvenes también, que se quieren. La luminiscencia entre plateada y roja de la pantalla resalta el contraste y las ojeras.

Del otro lado:

Dos butacas, en el cine. En una, un hombre joven, con barba de varios días y un traje barato, mira obnubilado a la rubia platino que tiene al lado. Ella, de quijada fuerte, parece concentrada en la película.

Una de las dos, la mejor lograda, es parte de Luces al atardecer, de Kaurismäki.

Nota de la fruta: El título de la entrada obedece a que, originalmente, como casi siempre, teníamos otro texto en mente, uno en el que ponderábamos el desgano (o la malicia) de la cajera del cine, cuya interpretación literal de nuestro "No sé... por la mitad está bien" nos puso entre las únicas cuatro butacas ocupadas de la sala. Lo descartamos porque habría implicado una argumentación cargadísima de falacias y porque, siempre, Carroll es mejor opción.

Segunda nota de la fruta: A guisa de llamado imperioso a la solidaridad, solicitamos a la intersección del conjunto de lectores y el conjunto de personas que vieron la película que nos haga llegar el paradero, en Argentina, de una mesa al menos similar a la que aparece en el departamento de Koistinen. En unas dos o tres semanas, no bien superemos algunos inconvenientes técnicos, subimos la captura correspondiente, para ayudarlos en la búsqueda. Gracias.