The sun is come
Anoche, muy tarde [...], me puse a buscar unas fotos de otra época, previa al viaje a Inglaterra, pero no las encontré.
Encontré otras cosas y las leí y las seguí leyendo y dejé de leerlas.
Y me di cuenta de lo que había sospechado un par de días ha, cuando me puso inusitadamente contento que Elsa, la señora que me vende té, me reconociera y me regalara varios gramos —"tazas", dice ella— en todas las bolsitas que compré.
Me di cuenta de que me costó todo el llanto que tenía, todo el instinto y todo el deseo, pero gané.
Me di cuenta de que gané.
Encontré otras cosas y las leí y las seguí leyendo y dejé de leerlas.
Y me di cuenta de lo que había sospechado un par de días ha, cuando me puso inusitadamente contento que Elsa, la señora que me vende té, me reconociera y me regalara varios gramos —"tazas", dice ella— en todas las bolsitas que compré.
Me di cuenta de que me costó todo el llanto que tenía, todo el instinto y todo el deseo, pero gané.
Me di cuenta de que gané.
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