jueves, mayo 12, 2005

Futuro

En sintonía con lo que me venía desvelando desde hace un tiempo, comento al mundo que para agenciarse un María Moliner, hay que ponerse con la friolera de $639.

Tengo que confesar que jugueteé con la idea de vender diccionarios por letra o, lo que es infinitamente mejor, por palabra. Sacando el aspecto lucrativo (sobre el que no puedo hacer ninguna suposición que no sea irremediablemente errónea), sería, por lo menos, maravilloso entrar a un negocio de venta de definiciones.

Los vendedores (o definidores), tendrían que ser bastante parecidos a Sir Ian McKellen* por razones que desconozco y que no tengo ganas de investigar ahora. No a Gandalf, no a Ricardo III. A Sir Ian McKellen. Tendría que haber sillones de alguna tela basta, en algún tono del marrón. Olor a buen tabaco.

Uno entraría, eligiría uno de los sillones de alguna tela basta y a uno de los diversos Sir Ian McKellen, tomaría asiento, y, luego del protocolo, diría "Azul". Entonces el Ian McKellen sonreiría un poco, se reclinaría y leería en voz alta sobre el espectro, y el mar. Y uno haría como si escuchase, sin tomar nota (porque dan versión impresa a la salida), pero asintiendo. Así sería el trámite habitual. Sin embargo, siempre, siempre, el Ian McKellen cerraría el diccionario con una sonrisa invisible de tan cómplice, se reclinaría un poco más y cantaría, con voz grave a veces, acerca de la oruga de Alicia y de su hookah y de globos y de capas y de burbujas azules. Y uno se levantaría y recibiría la copia de lo que decía el diccionario, y saldría frunciendo la nariz, para retener un poco más el olor del buen tabaco, y disimuladamente, haría un bollo con la copia y lo tiraría sobre la enorme montaña de bollos que crece a un lado del local. Y empezaría a preguntarse cuánto quedará hasta tener dudas sobre otra palabra, o la misma.


* Obviamente, tuve que chequear cuál era la manera correcta de escribir el apellido. Lo terrible es que al hacerlo me enteré de que Sir Ian va a estar en la película del Código Da Vinci. Lo aún más terrible es saber quién es su partenaire fememina.