martes, mayo 03, 2005

Sin excusas

Lo cierto es que estoy contento con mi blog, y me mordí un poco el labio cuando lo vi con miserables dos entradas miserables.

Invoco uno de esos rastrillos que usan los croupiers para sacar todas las fichas del tapete, y barro para siempre la necesidad de excusas para escribir.

Hecho esto...

No hay mucho para decir acerca de mi día. Subte hasta el yugo, con Bléfari en los oidos (y me quiero tomar un momento para recomendar altamente el disco de la multifacéticachacha ésta. Ahí está. Lo recomiendo. "Estaciones", se llama).

El yugo fue tranquilo, dentro de la bizarrez reinante por estos días. Estoy traduciendo un diccionario, lo cual sé me va a granjear unos cuantos puntos en contra para el tema del karma. Los diccionarios, cementerios y todo, tienen algo lindo: son retoños del uso. Claro, el uso marca 1' 26'' en la milla y el diccionario, en fin... es un libro. Pero más no se puede, creo. La cuestión es que en el yugo quieren invertir el proceso; a saber: pretenden crear uso a partir del diccionario. No quieren que el diccionario diga lo que dice la gente, sino ex-ac-tam-ent-e lo contrario. Si lo logran, me voy a desilusionar un cacho así. No, así.

Después facultad, o terciario, o hostel, o shopping, o lo que diantres sea el Lenguas por estas alturas. No hay mucho que comentar al respecto. El corazón se mantuvo casi tranquilo en dos de esas instancias que solían negarle las inmerecidas diástoles. Descubrí que a alguien más le gustaba Simon & Garfunkel. Se puede vivid, como bien dijo Guille.

No esperen muchos de estos: mi récord de manutención de diarios, jornales, y demás es patéticamente mensual.