lunes, junio 12, 2006

Salve

"Sólo Dios puede saber
la laya fiel de aquél hombre..."
J.L. Borges, Milonga de Jacinto Chiclana
A decir verdad, no tenía pensando dedicarle ni una palabra al mundial. No porque no se las merezca, claro está, sino porque ya es demasiado vasta (y basta) la cantidad de palabras que tiene orbitando alrededor.
De cualquier modo, la emoción que me embarga es sólo comparable con la que desencadenara, dos mundiales ha, Moustapha Hadji, la flecha barbada de Marruecos.
Cada cuatro años, es difícil no ser carne de la tentación de elegir a un jugador a quien venerar. La elección es de vital importancia: establece que durante los años siguientes al mundial en cuestión el adicto va a tener que seguir la trayectoria de su adicción (si es que existe tal trayectoria) hasta las últimas consecuencias: hasta el más pulgoso de los clubes, así no pase de ser un lupanar de mala muerte.
Los pobres de espíritu se sacuden el problema y eligen la gorda frialdad de Ronaldo o la maravilla adusta de Zidane, a sabiendas de que los va a poder seguir en cuanto canal de televisión haya.
En Lo Terrible somos amigos de lo arduo: así, el susodicho jugador de Marruecos fue seleccionado entre tipos mucho más hábiles con la pelota, sólo por un supuesto parecido físico que lo unía con un servidor.
Marruecos fue eliminado en primera ronda (injustamente, por cierto), y si bien Moustapha Hadji quedó dentro del equipo ideal que elige la FIFA luego del mundial (nobleza obliga: en el banco de suplentes ideal), su trayectoria posterior tuvo como punto más alto al Deportivo la Coruña, lo cual no está tan mal. Después pululó por el Aston Villa y por el Coventry City, casi invisibles en el cono sur. Ahora, juega en el Saarbrucken FC (?) de Alemania, equipo cuyas posibilidades de ser televisado en Argentina son computables en cero. Vayan mi sentido homenaje para la saeta barbada.
Hoy jugaron Italia y Ghana, y el destino me dibujó un nuevo norte. Tengo que reconocer que hasta la fecha mis afectos estaban con Zlatan Ibrahimovic, jugador sueco capaz de concentrar cantidades heroicas de fantasía en 2,02 metros de torpeza.
Hasta la fecha.
Cuando se cumplían 22 del segundo tiempo, entró mi nuevo mesías, futuro campeón del Mundial de Apellidos.
Lo terrible te saluda, Razak Pimpong.